El sentido menos común
***
Un
pasillo solitario, sea cual fuere, siempre trae consigo una imagen de terror.
Aunque el pasillo posea una diáfana iluminación, solo por estar despoblado, cuelga
un nudo en la garganta. Los pasos se aminoran. La sospecha atiza con agudeza.
Los sonidos ínfimos cobran un eco paralizante. Mirar hacía atrás es audacia
pura. Nadie quiere pasar por un pasillo solitario.
Este
preámbulo me da pie para esgrimir lo que indica el sentido común. Pero, como he
mencionado, el sentido común puede transgredirse.
Hace
un mes, un amigo se encontraba solo en uno de los pasillos de su facultad.
Estudiaba. Escuchaba música. Disfrutaba del silencio. Al extremo del pasillo, unos
compañeros que conversaban le brindaban cierta seguridad. Un hombre caminó
delante de él. Se dirigía al final. Hablaba por teléfono, al parecer con su
papá.
Música.
Algebra. Silencio. De repente, el pasillo cobró ese espectro de terror. No hicieron
falta ruidos inexplicables, tan solo bastó la imagen frente a él de una pistola
en la cintura del reciente transeúnte. Con la franela levantada hasta el punto
de mostrar el arma, el hombre procedió con el atraco. Mientras tanto, seguía
con la conversación telefónica. Acto seguido, un apretón de manos para
disimular. “Aquí no ha pasado nada”, fue su mirada.
Música.
Algebra. Silencio. Sin teléfono. Estupefacto. Todo, por no seguir el sentido
común, parecido más a un sentido de supervivencia.
***
“Hueco”,
en esa palabra resuena las declaraciones de Roy Chaderton. Pareciera que las
hubiese pronunciado con una inocencia cándida. “Ups, se me chispoteó”, sería
una etiqueta al estilo mexicano. En contraste con lo que se asumiría, no meditó
el verdadero peso de sus palabras.
Él
es la representación de todo un país ante los demás. Pero, más bien da la
impresión de ser el representante de la nada. Habla de francotiradores con la
ligereza que nadie le concedió, en lugar de diálogos diplomáticos.
“Y
es que, aun más allá de lo que diga, cuando el canciller habla en público o
declara ante la televisión, siempre se produce un raro cortocircuito (…)
Chaderton es así. Vive en constante desencuentro con su imagen. Ensaya un
chiste pero le suena una cortesía de velorio”, reseñó alguna vez Alberto
Barrera Tyszka. Su artículo data de tiempo atrás, como los desaciertos del
diplomático.
Para
callar la indignación, Chaderton solamente señaló que su comentario sobre los opositores
lo hizo con "humor negro" y fue un "error".
Vieron,
puro sentido común.
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Donde
hay cola, hay algo y donde hay algo, hay precios regulados y donde hay precios
justos, hay contrabandistas de mercancía y donde están ellos, el sentido común
es llegar primero para alcanzar algo.
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No
es recomendable establecer comparaciones entre los personajes de una película y
personas prominentes y mucho menos, hacerlo en lugares marcados por una
historia de racismo. Quizás este detalle se le escapó de las manos a Rodner
Figueroa. Y así, al tiempo que descubría su error, le llegaba a esas mismas
manos la carta de despido.
Las
excusas no valen. Las bromas con matices tampoco son una recomendación televisiva
para el sentido común del público y la Casa Blanca.
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Pensar
y proceder como lo haría la mayoría de la gente también tiene sus desventajas
porque ¿dónde queda la autenticidad? Por ello, el sentido común esta tan
impregnado de las propias valoraciones que sus linderos son difusos.
Y así, el sentido común es una partitura entre tantas.
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Un
simple cálculo aritmético permite comprender la diferencia de fuerzas entre
Estados Unidos y Venezuela, ¿o no? Acaso prescindo de la intercesión del
Comandante. Si es así, discúlpenme.
Por
un lado, ejercicios militares para mostrar un “escudo antimperialista” y por
otro, un Presidente que desea poderes especiales, Ley Habilitante, para
combatir. Todo es el andamiaje para sostener su capacidad histriónica. Para
mostrarse victima. Para seguir evadiendo las responsabilidades de su país.
Aunque
Venezuela es considerada una amenaza, más preocupa las amenazas que sufren los
propios venezolanos: la noche irrumpida por la inseguridad, la inflación y su
constelación de precios, la corrupción de funcionarios destapada en otras
latitudes, las políticas basadas en el “Dios proveerá”.
Esta
alharaca, como lo fueron las anteriores, es tan solo un capitulo repetido a
petición. Aunque, tampoco estaría mal salir de la lista estadounidense, tanta
atención militar de aquel lado incomoda.
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Sugerencia:
nunca se embarque sobre un nuevo día sin una dosis de sentido común, eso quizá
lo librará de un robo, de decir algo indebido y de perder rating.
©Jhoandry Suárez
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