Mitos para hacernos más tontos


Muchas veces he escuchado la afirmación de que leer vuelve a la gente loca… Por supuesto, este tipo de juicios suelen provenir de personas con muy poca información y con escaso, por no decir nulo, vuelo intelectual. Suelen argumentar, para darle peso a su aseveración, que el hijo de Fulanita de Tal, Perencejo, se quedo fundido de tanto leer o cayó en las redes de Satanás de tanto estudiar…
Son varias las cosas que están involucradas en esta tan difundida creencia: en primer lugar, el temor al conocimiento, a lo nuevo, al cambio. También expresa la necesidad de compañía o el mal manejo de la soledad. Quién carece del hábito de la lectura no entiende que alguien pase horas concentrado, devorándose un libro, en silencio. Quien no tiene la costumbre de leer se siente un tanto en minusvalía, pero no lo reconoce sino que ataca de manera indirecta, inventando pretextos para no caer en la supuesta demencia de pasar horas sin hacer nada, puesto que leer no es, en tal caso, una acción cuyo resultado sea para esta persona palpable        en términos positivos, sino algo que tiene que ver con lo maligno o, cuando menos, con lo aburrido.
Nuestra sociedad actual no estimula la lectura; tenemos al alcance muchas otras maneras de pasar el tiempo. Inclusive, se podría afirmar que demasiadas cosas conspiran para que leamos lo mínimo indispensable o que, cuando lo hagamos, como suele pasar con internet, pasemos de una página a otra, compulsivamente, sin profundizar en lo que leemos, lo cual limita nuestro conocimiento.
Me incluyo entre los que piensan, en cambio, que leer es algo indispensable, casi tanto como respirar, para disfrutar este y otros mundos. ¿Será que ya se nos fundió el cerebro?

Jaime Bello-León
Crédito de foto: pleea.files.wordpress.com


Tomado del editorial de la Revista ¡Claro! Nº219, publicada en el diario Panorama. Abril, 2011.

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