"Solo quería la atención de mis padres"

La satisfacción y un dejo de nostalgia discurren entre las palabras de Aníbal Rodríguez Castellano. Dramaturgo, cuenta cuento, pintor y guionista, refiere que él es un “creador” y rehúye de la palabra artista, por asociarla al campo de la televisión.
Es enfático al declarar que su gusto por el arte es una necesidad intrínseca de “llamar la atención”. “Soy el quinto de siete hermanos. Toda la atención de mis padres iba dirigida a los mayores. Pero cuando de niño comencé a dibujar en la arena, ellos se quedaban impresionados y se daban cuenta de que existía”.
Estudió pintura en la Escuela de Arte Julio Árraga. Sin embargo, a sus 54 años, el ofició de pintor fue postergado debido a otros intereses artísticos que surgieron, el primero: la dramaturgia.
Y así, escribió para las tablas, Drama de Arcilla. La historia gira en torno a una mujer abandonada en la puerta del altar en el pueblo de Mene Mauroa en Falcón. La mujer es su tía Rosa. “La historia de mi tía siempre me intrigó porque en la casa nadie hablaba de eso, ese acontecimiento partió la historia del pueblo en un antes y un después”, recuerda.
Rodríguez señala que el relato es crudo y realista por el hecho de que su tía murió sola y con el anhelo de rencontrarse con su eterno amor, Bracamonte.
La obra fue estrenada simultáneamente en Maracaibo y Caracas y es considerada una de las más montadas. Ganó en 1989 el Premio Municipal de Dramaturgia en Maracaibo. “La gente al terminar de ver Drama de Arcilla, no aplaude, sino que se me acerca y me abraza. Entonces, yo quedo satisfecho porque he logrado comunicarme”. 
A los 20 años comenzó su encanto por las tablas con la creación del grupo “Mechurrio” en su casa, en la parroquia zuliana de La Concepción. Representaron en sus inicios, en los años 80, obras de director venezolano Román Chalbaud.
El dramaturgo destaca también su pieza teatral 1970. En ella muestra su infancia en Mene Mauroa: lo difícil de mudarse y adaptarse de la ciudad, La Concepción, al pueblo rustico, el maltrato recibido por otros niños, el peso de la historia de su tía sobre el apellido Castellano. Aunque, integró un elemento fantasioso, un bagre que concede deseos. La obra recibió el premio Teatro Infantil Nacional, TIN.
“Mi infancia en aquel pueblo en Mene Mauroa, me permitió valorar la vida y el amor, a pesar de ser victima del bullying, por eso me gustó escribir 1970, también porque los niños al verla, se reconocen en mí”.
Años después, La Universidad del Zulia lo convocó para formar parte del proyecto “Cuento con vos”, dirigido principalmente a desarrollar la actividad del cuenta cuentos. “Mi gran influencia fueron mis tíos y sus anécdotas, por lo que al contar cuentos, los oyentes viajan conmigo en mi historia”, reflexiona mientras su tono voz se adapta a un timbre cautivante, como si su breve biografía fuese un propio cuento.
Junto con unos amigos, y bajo la tutela de la Dirección de Cultura, realizó 5 festivales y puso en marcha la propuesta de El cuento en el aula para fomentar la narración literaria en los colegios.
Por otro lado, Rodríguez destaca que en la pintura sus temas van desde las Bellas Artes hasta lo popular. Su casa es su galería. Cuadros guindados en las paredes lucen prestos a la interpretación de visitantes, de expresar por Aníbal. Al hablar de pintura, él se remonta a su deseo de ser como el artista, Filiberto Cuevas, ganador del premio Arturo Michelena y quién también vivió en La Concepción.
Actualmente, forma parte del colectivo cultural “Imagínate vos”.

“Si algo aprendí de Gabriel García Márquez es que uno no escribe para los demás, si no, para sí mismo. Y como he leído: un artista no retrata la realidad, la hace visible y no es complaciente”, alude, mientras el entorno es muestra de ello.

Noviembre, 2014

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