Diálogo incomodo
Esta es una digresión entre
los trabajos periodísticos de reporteros que aquí expongo. La particularidad de
este diálogo no pude dejarlo pasar por alto y menos, cuando ocurrió cerca de la
fecha de los periodistas.
«Sabes que los periodistas no se casan», afirmó una joven
sentada a mi lado. Su entonación era como la de quien comienza a leer el primer
párrafo de un cuento de ultratumba.
Apenas la miré por el rabillo del ojo, me pareció
que su comentario es igual al de tantas personas que enumeran con entusiasmos
los males de la profesión.
«Si sé- le contesté con indiferencia- También es la
tercera profesión más peligrosa del mundo».
Ella se quedó pensativa y asombrada por el dato que
no esperaba. Seguramente preveía que le replicaría y no que le seguiría la
corriente. «Casi siempre sufren de estrés» prosiguió con cierta malicia. El
cuento de ultratumba llegaba a su segundo capítulo.
«Si claro, sufren de gastritis, de úlceras, es difícil».
Contrariada porque aún no lograba mi rechazo, me observó
de arriba abajo y mantuvo su mirada en mi rostro, como quien se prepara dar la
estocada final: «además, sufren de la columna y quedan ciegos».
En el fondo la situación me divertía, la joven solo
buscaba asustarme con sus comentarios. «Muchas veces usan lentes y tienen
problemas en la columna por el tiempo que pasan frente a una computadora», le
aseguré. Noté sus intenciones de seguir con un tercer capítulo y antes de que
hablara, detuve el artículo que escribía y le repliqué: «De todas maneras, ¿De dónde sacaste esa
información?».
Ella tan solo se echó a reír y balbuceó: «la inventé.
Pero ¿cómo es eso de la tercera profesión más peligrosa del mundo?».
©Jhoandry
Suárez









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