El reino de la duda

Orianna Montenegro, serie "SOS Venezuela".


Aún seguimos sin entender el asunto de los drones. Desde el primer momento muchos lo desecharon, lo tildaron de “pote de humo”; otros atinaron a organizar unos argumentos con base en lo reportado por algunos periodistas. En este proceso se hizo presente por antonomasia el nombre de Óscar Pérez, una duda mayúscula. Paramacay, una duda minúscula. La versión oficial, una mezcolanza de dudas. Es decir, la espada de la duda atravesando el tema.


Hay sospechas de lo que dicen las autoridades y de lo que dicen los opositores. El país se divide en crédulos e incrédulos. Lo peor es que nadie puede estar seguro en qué categoría está y si en realidad está en lo cierto. El tablero de juego cambia tan rápido que la verdad luce pasmada y extraviada.


"La esperanza proclamada por ambos bandos, ahora se viste como un kamikaze con una chaqueta envuelta de dudas"

Aquellos dos drones reabrieron el reino de la duda en la opinión pública, luego de que acontecimientos previos de sublevaciones y resistencias quedaran zanjados (al parecer) y la rutina impusiera su guion gregario, suficiente para que la desconfianza se cocinara tímidamente.


Más allá de ser cierto o falso lo que ocurrió el 4 de agosto, en Venezuela se ha instaurado el dominio del falso-positivo con una vecindad cómplice con las fake news o los bulos que se disparan a diario. Ahora todo pareciera depender de la intuición y lo que luce verdadero, antes que, de los hechos, pues se presentan fragmentados y a merced de los intereses particulares.


Es por ello que los venezolanos andan fatigados de mentiras que han terminado por minar el campo de las promesas y planes. La esperanza proclamada por ambos bandos, ahora se viste como un kamikaze con una chaqueta envuelta de dudas; en cuanto se toca una, estalla toda.


No importa si era un drone, dos, tres, un magnicidio, un pote de humo, un delirio de los Soldados de Franelas, de Santos o de Trump; sea lo que fuese, el daño está hecho desde hace tiempo: ya aquí nadie cree en nadie.

©Jhoandry Suárez

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