Ida y vuelta
Huye, huye donde todos
puedan encontrarte y ninguno pueda alterarte, huye donde no llega el país con
sus escurridizas contradicciones, cuales tentáculos que se atropellan por
tomarte. Huye a un recoveco de ti mismo, fuera del bolsillo y más cercano que
la frontera. No corras, ni camines, permanece tranquilo pero huyendo, no por
miedo, no por cobardía, mucho menos como muestra de valentía. Tal vez, como un
sincero acto de supervivencia. Huye para que puedas regresar, para permanecer íntegro
y no demolido a cuentagotas. Preserva con celo los lugares donde te encuentras
con un sentido. Apaga la radio, la prensa, las voces apocalípticas. Desecha las
voces optimistas. Huye de quienes desde un extremo te hablan. No les respondas,
cualquier argumento será rebatido por su radicalismo. Siléncialos con tu
silencio. Desapruébalos con tu indiferencia. Insisto, apaga todo contacto con
un exterior corrompido. Sintoniza tu alma, huye con ella al arte, a las letras,
a la conversación fraterna, a la pasión, al amor. Allí encontrarás a tantos
también contaminando esos espacios, expúlsalos, déjalos fuera de tu zona de
respiro.
Huye de los que se
van, de los aviones sin retorno, de las maletas melancólicas. Huye de los
sepultureros del país: los que pretenden hacer del facilismo un lugar seguro y
común, evita a los que se profesionalizan en una trampa para conseguir dinero. Evádelos,
ninguno te hace bien, todos te vuelven parte del problema.
Ves ese punto de
luz. Es la señal para regresar, la indicación para retornar al país de los
optimistas y apocalípticos. Abandona ese espacio donde sobreviviste. Observa,
es una herradura luminosa. No te excuses. Regresa rápido. Aparece. Calla la
boca de las encuestas y de sus pseudoencuestadores-políticos. Enciende la
radio. El acrónimo más esperado del calendario ya esta aquí. Es 6D. Vota. Vota
con emoción. Vota como deber. Verás, con tu decisión, ya no hará falta huir.
©Jhoandry Suárez
Crédito de imagen:
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