Estudiar estorba

No es difícil encontrar en este país a otros que
también le molestan: periodistas, políticos, estudiantes, economistas, filósofos,
comerciantes, todo aquel que por asomo le señale: “vamos mal”. Por encima de
ellos, encontramos una piedra que le incomoda sin igual: los profesores
universitarios. Ellos, con su retórica, un pizarrón y un par de libros le permiten
escudriñar a sus alumnos lo que ven, les proporcionan eslabones de criterio y
con ello, desnudan al Poder.
Cuando él anuncia: “habrá un ajuste”, pretende que
todos le den su beneplácito, pero detrás de lo que dijo se esconde “AUMENTO”,
si, en mayúscula. Quien estudia, de manera autodidacta o en los salones de una Alma
Máter, comprende de inmediato lo que subyace. Mira con cinismo el televisor y
seguramente el Poder percibe que alguien descubrió sus intenciones.
La profesora María Palmar, en una declaración
ofrecida a la Agencia de Noticias de la Universidad del Zulia, explicó que
cuidando automóviles estacionados ganaba 972 bolívares tan solo por tres horas.
Indudablemente, ningún docente universitario recibe tal remuneración por ese
tiempo.
Mientras tanto, el Poder da largas a acordar con el
sector universitario un “salario digno para vivir viviendo” porque no es su
prioridad motivarlo a que siga su faena de enseñar y aportar un conocimiento
que le represente un peligro.
Asimismo, los docentes se desaniman al notar que no
inspiran a sus alumnos a desempeñarse también como profesores. Tan solo con un
soslayo, cualquiera comprende que los trabajos sin una maestría, un doctorado o
un máster permiten tener una mejor calidad de vida. Arriba las cadenas
mentales, abajo la meritocracia.
Hoy las universidades se llenan de una nube espesa
de pesimismo que hasta los marxistas la transpiran. Todo luce como un
contrasentido: los profesores universitarios forman talentos para el desarrollo de un país pero encuentran poco agradecimiento.
El lunes, posiblemente, sea otro día para dedicarme
por entero a la escritura, pues un paro de nuevo me lo permitirá…
©Jhoandry
Suárez
Imagen: Los corceles de fuego
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