Pasaje estudiantil a la libertad
Crónica interpretativa
La carretera Centro Occidental, específicamente en las inmediaciones del distribuidor Sabaneta en Lara, suele ser un escenario apacible y mucho más un miércoles en la madrugada; sin embargo, un conductor por puesto de identidad anónima vio su rutina alterada cuando encontró a una joven de 18 años de edad, Karla Manjarrez, huyendo del peor horror de su vida: un secuestro.
La carretera Centro Occidental, específicamente en las inmediaciones del distribuidor Sabaneta en Lara, suele ser un escenario apacible y mucho más un miércoles en la madrugada; sin embargo, un conductor por puesto de identidad anónima vio su rutina alterada cuando encontró a una joven de 18 años de edad, Karla Manjarrez, huyendo del peor horror de su vida: un secuestro.

No obstante, del lado del volante, ¿quién le creería
al guaro que se consiguió a la muchacha en plena carretera en la madrugada?
Apenas, la joven le había dicho reiteradamente y con desesperación: “¡señor, ayúdeme
me tenían secuestrada!” Ante cualquier otra pregunta, Karla (como ya conocía el
conductor que se llamaba) le respondía: “yo no soy de aquí, soy de Maracaibo”.
El conductor estaba confundido por lo que presenciaba, una joven marabina
cautiva en la tierra del crepúsculo. Pero, ¿por qué? ¿Qué había detrás? ¿Será
que la buscaban los malandros? Por último, se topó con otra inquietud, ¿y si me
quieren joder a mí por ayudarla?
Mientras tanto, la joven contemplaba sus manos
maltrechas por los alambres que las retuvieron, con los pocos halos de luces en
la carretera se daba cuenta de pinchadas de jeringas, moretones. No recordaba
con precisión cuánto tiempo estuvo secuestrada. Además, aún se encontraba un
tanto aturdida. Y la cuestión que le hacía perder el sentido de la realidad,
era la duda de si la violaron, ésa interrogante la aislaba y le hacía obviar
las preguntas del conductor del automóvil, a quién miraba con cierto recelo.
Aquel salvador anónimo se encontró con otro panorama
que lo aterrorizó todavía más: “y si creen que yo la secuestré”. Por qué dárselas
de héroe en un país donde la justicia sufre una ceguera crónica y la influencia
social marca quien va a prisión y quien goza de libertad, donde las buenas
acciones son comedidas y la impunidad se
coloca como lo cotidiano. Este conductor larense se debatía entre ayudar a la
joven a llegar a las autoridades y quizás ser implicado en un caso ajeno a él,
o simplemente dejar las cosas hasta allí.
Con una mezcla de miedo y esperanza, Karla entró en
la comandancia del municipio Torres. Su parecer acerca del conductor que la
había llevado hasta allí tomó un matiz: aquel fue su héroe. Se adentraba en el
recinto policial y a la par sentía que volvía a su vida normal, allá en sector
Los Claveles, después del puente sobre el Lago. Además, recordaba, con ciertas
lagunas, el momento de su captura un lunes en la tarde frente a la Universidad
Rafael Belloso Chacín (URBE), rememoraba que estudiaba Comunicación Social, que
su padre era el jefe del Grupo Antiextorsión y Secuestro (Gaes) en el Zulia;
así mismo, se acordó de algo escalofriante: ¿dónde estaban los compañeros que
secuestraron junto con ella?
Junio, 2014
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