Tierra, papel o tabletas…

Aún me cuestiono si el día del Libro solo es para celebrar el soporte físico que contiene las ideas que trasvasan la realidad o celebramos a quienes con verdadera dosis de locura y creatividad les dieron vida a esas hojas, las cargaron de pájaros, de rostros, de frenesí, de lo utópico. Pero bueno, este dilema no es el que me lleva a teclear hoy. Aparte de colocar en el calendario un espacio para libros, también se decreta una fecha para recordarnos que pisamos un planeta extraño, el único planeta descubierto por nuestros miopes ojos que es y puede ser habitado en un universo de horizontes insondables. Aunque, la conmemoración de que vivimos en un mundo altamente habitable solo para NOSOTROS luce más como una urgencia por describir las ruindades provocadas por nuestra poca conciencia con cada lata arrojada fuera del cesto de basura o, por consiguiente, con esa lata que va a dar a un basurero donde no se toman unas medidas para reciclar.
Pero, he aquí mi gran lapsus mental: los libros se imprimen en hojas, papel que se procesa a partir de la tala de arboles, arboles pertenecientes a un ecosistema y que nos proporcionan oxigeno, oxigeno necesario para todo ser vivo, por lo tanto, nuestros días festivos son discordantes entre si. Entonces, ¿de ahora en adelante por el tema de la conservación ecológica se debería apelar a libros electrónicos? ¿se debería procurar más material digital y menos impreso?
Quienes defienden a la Tierra, con verdadera reverencia, condenan la existencia del libro impreso; en contraparte, los lectores empedernidos se muestran reacios a renunciar a un buen libro impreso, no es solo leer, sino papal el papel, olerlo.
La disyuntiva que expongo comienza a ganar espacio en foros y conversaciones: la era digital contra el papel, la ecología contra el papel, las tabletas contra un tomo. Pero me temo que no se evalúa con cautela el impacto que producen y produjeran las fabricas de tecnología en los espacios del planeta; así mismo, el consumo eléctrico de las baterías de los aparatos que poco a poco se popularizan. Obviamente, el costo ecológico es menor, pero la basura electrónica sin retorno será un problema a considerar cuando de tantos avances se dejen obsoletos otros.
Por otro lado, el tema de llevar 10000 libros en una memoria portátil no significa crear una sociedad que lea y se eduque, porque se reduce el costo ecológico pero la capacidad cultural ¿acaso también? Sí simplemente no se le da la vuelta de perspectiva a los formatos de textos digitales y se procura atraer a la lectura a personas de todas las edades de manera innovadora a través de los recursos que ofrece la interactividad, me atrevo a decir que nuevas generaciones no se sumergirán en su submarino amarillo con Verne, acabarán los recorridos con un Principito y su universo, nadie se aventurará en el país de las maravillas de Alicia o quizás, ahora que recordamos al Gabo, pasaran 100 años de soledad y más.
Entonces, el formato digital constituye una alternativa para aligerar la demanda de material impreso, mas no lo veo como una salida total para reducir la contaminación, para esto último se podría exigir a las empresas fabricantes de papel una mayor y eficiente recompensación forestal de lo que consumen al año en materia prima y, también, a las compañías de tecnologías el uso progresivo de energías limpias. Queda de parte de las instituciones y las ONG ecologistas exigir mejores tratos a nuestro planeta, objetivo que debe ser apoyado por cada persona.
En conclusión, ese es mi dilema: salvar al libro y a la Tierra como los conozco.  


0 comentarios:

¿Qué te pareció?