Eccito, con equis
El eccito, escrito así:
feo, anormal, sin gracia, es la máxima que se nos impone día a día. El eccito
sin par, el eccito individual, la cúspide egocéntrica, el eccito sin miras
atrás. ¿Dónde queda lo que queremos? ¿Dónde reside lo que somos? ¿Dónde
conseguimos nuestra verdadera cara entre tanta parafernalia?
Los bombardeos constantes
de información solo pretenden incrustar en nuestra vida la imagen de ser
alguien exitoso. No es una meta optativa, es una meta impositiva. Personas y más
personas luchan contra sí mismo, contra sus debilidades, para quedar disque
perfectos. No buscan sanar heridas, superar fragilidades, para nada. Sus vidas comienzan
a basarse en la cero debilidad.
El efecto de ese eccito malsano
va tomando nuevos matices, ya no sólo se funde con la carrera profesional, sino
con la vida amorosa, personal, con cada pedacito de nuestro camino. Y los niños
comienzan a sentir esa aura de estrés que acompaña el éxito. La perfección, una
palabra que no cala en su mundo de imaginación, se vuelve aprehensiva.
Mientras tanto, ellos
crecen.
Y después de todo,
encontramos jóvenes cargando un eccito que no comprenden y sin destapar la
maravilla de su vida.
“Si a los 20 no tienes
trabajo o pierdes un empleo, ya no serás nada en la vida” sentenció un
personaje de una película que recientemente vi. Aquella frase se la dijo a un
compañero para refutar su optimismo. Entonces qué, el eccito se debe conseguir
lo más pronto posible. Si tú piensas que es imposible, pues en la web tienes
ejemplos de sobra que sólo agudizan este síndrome de eccito tempranero, pero
que no reparan en aprender a ser feliz tempraneramente.
¿No nos damos cuenta que el
peor daño que le hacemos a los sueños es someterlos al marco estrecho de la
perfección? Una casa, esposa, hijos, pensión, vacaciones y estado de confort es
la nueva cara de las metas. Fuera de ese paradigma, todo es fracaso
Nosotros los jóvenes no
nacimos para ser perfectos, sino para ser seres que viven un trabajo con
pasión, un amor con ilusión, un camino con sueños delirantes. Disculpen sí es
subversivo lo que digo, pero el eccito y su cartilla me parece más subversivo
contra la vida.
Tal parece que es urgente
despertar de este letargo. Es urgente digirir toda una sociedad a un éxito más
humano, con una cara de Juan, Lucia, Pedro; con ojos, con manos, con
sentimientos. Creo que ese es el éxito: personas realizadas que jamás dejaron
de mirarse a sí mismas para crecer y a los otros, para ayudarlos. Eso es lo que
nos hace falta, un éxito bien escrito.
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