Caleidoscopio de absurdos

El Presidente ha pedido una Habilitante. El Presidente necesita poderes, los que tiene no son suficiente para luchar contra el crimen. El Presidente ahora quiere ser súper poderoso. Escribir, borrar y proclamar leyes, que osadía. El país está saturado de leyes que la corrupción sabe narcotizar. Tal vez la Habilitante no sea el equivalente a voluntad.
Las inscripciones a la alcaldía terminaron. Tibisay no se explica de dónde salió tanta gente. Ambas partes se rasgaron las vestiduras anunciando que los postulados serían de la base, pero muchos vieron paracaidistas caer a primeras horas del día. Otra elección, pero el país solo añora menos votaciones y más acciones.
Para las universidades soplan vientos, cautelosos y silentes, sin fanfarria. Vientos alentadores que quizás desempolven los pupitres de las Alma Mater, que traigan pisadas a sus pasillos y que les devuelvan las esperanzas a sus estudiantes. Pero nada es seguro, la vela no está totalmente izada. En septiembre se decide el futuro de un paro que sin más golpeó la toga y el birrete venezolano.

Mientras tanto, continúa el viacrucis por un kilogramo, de qué, de lo que sea.
¡Alo!... ¡Alo!... ¡Alo!... “Disculpe el número que usted ha marcado no se encuentra disponible”. El cierre de la semana: periodistas de Globovisión abandonan su canal. Ya no habrá: “Otro llamada más”. Se especula censura por parte de la nueva directiva, lo cierto es que la verdad comienza a parecerse una borrasca. Sólo esperemos que pase rápido.
Y final, sacando cuentas, la acera de un país está llena de absurdos, pero ¿cómo los asumimos cada uno?
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