Rutinas

Corrió de regreso a buscar un milagro, un “quizás todavía esté allá”. Mas
lo único que encontró fue un salón vacío. La mano del hurto ya había pasado.
Cerca, se topó con dos vigilantes y sospechó de ellos. Les preguntó si vieron
salir a alguien del salón. Y como es habitual en esas situaciones: nadie ve
nada. Sin embargo, intuyó algo más allá de la negativa. Así que los siguió, los
interpeló de nuevo y entonces, ocurrió la sorpresa: 100 bolívares para devolverle
su aparato. Quienes resguardaban, ahora sacaban provecho de una situación
fortuita. Después de prestar 50 bolívares, realizó el rescate de su
pertenencia. Los vigilantes se apartaron regodeándose y él quedó con una mezcla
de indignación y alegría. Esa fue la clase de las 8 y media.
***
Guion del oficialismo: Negar todo, insistir en la negación, evadir el
tema, volver a negar el asunto. Invocar los héroes patrios y el amparo del comandante
vitalicio de la revolución. Cubrirse bajo el ideal del hombre nuevo y la bondad
perpetua. Cambiar la mirada, señalar con desaforo la otra acera, insinuar
pruebas que involucran a los opositores, a los extranjeros, al imperio, a las
transnacionales. Hacerse las victimas de una maldad que no comprenden. Y por
último, entregar unos cuantos créditos y para entretener a los analistas: anunciar
entre líneas el aumento de la gasolina; y con ello, darle vuelta a la página.
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Cuatro series de doce repeticiones cada una, con un peso adecuado.
Esta es una máxima de los gimnasios, una rutina para lograr el cuerpo que
deseas o que desean otros.
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“Entonces? Después de mucho
exprimirme el cerebro llegué al convencimiento de que lo que está peor es la
resignación. Los rebeldes han pasado a ser semirrebeldes, los semirrebeldes a
resignados. Yo creo que en este luminoso Montevideo, los dos gremios que han
progresado más en estos últimos tiempos son los maricas y los resignados. “No
se puede hacer nada”, dice la gente. Antes sólo daba su coima [soborno] el que quería
conseguir algo ilícito. Vaya y pase. Ahora también da coima el que quiere
conseguir algo lícito. Y esto quiere decir relajo total.” La tregua, 1960,
Mario Benedetti
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Veinte años casados. Una casa a orillas de la avenida Padilla.
Trabajos estables. Hijos graduados. Un amor lánguido, mantenido por la idea de
la estabilidad emocional y de los hijos, todavía. Apenas, una que otra caricia
como sorpresa entre las comidas. Nada de que quejarse. Acostumbrados a las
mismas caras y a los mismos humores de cada uno. Y aparece una silla mal
acomodada en el comedor. ¿Quién de los dos la dejó así? ¿Martín? ¿Ingrid? No
hay prorroga para el estallido de Ingrid en contra de la ruindad de lo mismo.
Se calma. Martín no responde, ni se inmuta. Los dos se dan por vencidos a vivir
una relación signada por la rutina. ¿Y quién dijo que el amor se escapaba?
***
¿La democracia es
una gran rutina?
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Antes de despuntar el alba, Carmen ya se ha levantado. La voluntad es
su fuerza motriz. El café también ayuda a mantener esa voluntad solida para madrugar
cada día. Su fuente de trabajo desde hacía una década era fabricar galletas
caseras. La pericia con que las amasaba y les daba forma fue fruto de su ímpetu
de progreso. Ojos verdes tan vivaces como en la juventud hacía pasar desapercibido
el hecho de que apenas sabía sumar y escribir su nombre en garabatos. Las
marcas de quemaduras por el horno, eran marcas de coraje. Una familia entera
sostenida por galletas. Ella poco sabía que el petróleo rondaba la cifra de 85 dólares
el barril y que el dólar paralelo subía a 100 bolívares. Su afán diario era
conseguir la materia prima para trabajar. Porque aquella era su rutina: “echar
pa´lante”
***
Guion de la oposición: [Debo recalcar que aquí es difícil describir un
guion único porque interviene en escena muchos protagonistas, antagonista,
extras, utilería: que si una mesa de la unidad por aquí, otra mesa por allá] En
líneas generales: negar todo, insistir en la negación, referir una violación a
las Constitución, a los derechos universales, a las instituciones. Asomar por
encima la palabra: dictadura. Negar el tema una vez más en televisión o en 140
caracteres. Hablar de presos políticos, del referéndum revocatorio, de la
Constituyente, añorar el pasado, lamentar los últimos quince años. Y entonces,
en cuanto el gobierno mencione la palabra “aumentar”, activar la artillería de
analistas y encuestadoras.
***
La rutina es el lugar más cómodo para ubicarnos en nuestra vida. Solo
nos acomodamos y dejamos que sus rituales y repeticiones automáticas nos hagan
perder el sentido de la sorpresa. Triste, cuando nos arraigamos tanto a esas
rutinas que la vida se nos va archivando y me atrevo a expresar que aquí, el
gran archivero es este país, Venezuela.
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